Hombre del humor desde muy tierna edad, recuerda que despertaba risas entre los compañeritos de escuela en su nuevo barrio: Martín iba de corbatín a una escuela en la que muy pocos llevaban zapatillas: "¿por qué te ponés corbata, gato?" le cuestionaban sus nuevos compañeros, y en seguida se hizo costumbre eso de tirar y soltar de la prenda. Así fue que Pugliese decidió anotarse en taekwon-do para terminar con las burlas y los maltratos, pero cuando llegó a tener su cinturón blanco punta amarilla, sus compañeritos ya tenían uno de cuero con tachas que dolía mucho más.
Ante las adversidades, Martín comenzó a utilizar el humor como método de defensa, a cada tirón de corbatín, él respondía con un chiste o una monería; de a poco fue ganando amigos el forastero, y terminó siendo uno más. No obstante, cambió la corbata por el moño.
Encarar la vida de ese modo le permitió a Martín Pugliese minimizar problemas y forjarse como un hombre libre y despreocupado. El 21 de diciembre de 2001 lo encontró tomando champagne en la Plaza del Congreso, entre burbujas se sumó a la bulla al grito de: "no rompan nada, entán desvirtuando la protesta". Sin querer, ese fue uno de los mejores chistes que hizo en su vida.
Hoy día Martín disfruta de todo aquello que le tocó en suerte: ser pobre, pelado y tener un pene minúsculo.
Trauma: No come milanesas de soja ni chucrut.
Motivo aparente: A los 9 años fue violado por un pastor aleman. El perro no entendía sus chistes.
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